En las últimas semanas España vive inmersa en dos debates. El primero es si la inyección de fondos europeos a los bancos españoles es un rescate, como entiende la mayoría de los ciudadanos, o una línea de crédito en condiciones ventajosas, como defiende el gobierno. El otro es si La Roja debe jugar con un falso 9 o un auténtico delantero centro.
Ahí donde los ven, esos dos debates están mucho más vinculados de lo que parece. Los españoles, como buenos ciudadanos del Mediterráneo que somos, tenemos una habilidad especial para no llamar a las cosas por su nombre, a decir al pan vino y al vino, pan. “Para hacer bien el amor hay que venir al sur”, cantaba Rafaella Carrá. Y para mentir bien, también. Porque ocultar la mitad del déficit público de una comunidad autónoma hasta el último minuto, como ha hecho Esperanza Aguirre en Madrid, no se entendería en un país centroeuropeo. Allí no le verían la gracia, que son gente muy seria y muy sosa.

Pero Del Bosque va aún más lejos y cuando el partido se atasca del todo, saca a Jesús Navas para que corra la banda derecha y surta de balones al ataque español. Y de la misma forma que Rajoy oculta que la línea de crédito de ventajosas condiciones computará como deuda del Estado, Del Bosque se calla, muy pillo él, que los balones que cuelga Navas son de fogueo, porque no hay rematador en el área del rival. Pero no importa. Al igual que Rajoy pretende que el rescate le sirva para inyectar liquidez a la banca y que fluyan los créditos, lo que realmente busca Del Bosque es abrir el campo y que los bajitos –los Xavi, Iniesta y Cazorla– lleguen con mayor fluidez a la portería contraria.
El problema, dicen, es que los alemanes ya nos tienen muy calados. Aun así, yo sigo confiando en la estrategia de Del Bosque y en la capacidad de nuestros falsos 9 para rescatar a la selección en los momentos de apuros. De lo que tengo más dudas es de que funcione la estrategia de Rajoy.
3 comentarios:
He dicho que no hablo de política contigo... O era de fútbol...
Pero podemos hablar de futbolítica, ¿no?
Muy buen símil... Y qué gran verdad sobre el carácter de España y el sur: haremos bien el amor, pero las cuentas se nos dan fatal...
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