Elvis está vivo. Se ha reencarnado en perro pekinés y lleva una placentera existencia en mi urbanización deambulando del plato de ‘dog chow’ al parque público donde deposita sus marranaditas ante la atenta mirada de su dueño, que no es el Coronel Tom Parker pero se le parece. Cagar en un espacio público no es lo mismo que disparar a la tele, pero no me negarán que sigue teniendo su puntito de rebeldía.
Es lo malo que tiene esta manía de ponerle nombres curiosos a las mascotas. La gente no tiene mucho criterio, y lo mismo te puedes encontrar a un jilguero bautizado como ‘Bisbal’ que a un doberman llamado Fidel.
En mi infancia los perros tenían nombres como ‘Tim’, ‘Tom’, ‘Moro’, ‘Bill’, ‘Canelo’… Nombres sencillos, fáciles de recordar. Un tío mío tuvo varios perros y a todos los llamaba igual: ‘Sultán’. Así, cuando se le moría uno, no tenía que preocuparse de memorizar el nombre del siguiente. De hecho, sospecho que llamaba 'Sultán' a cada uno de los cerdos, cabras y gallinas que tenía en su finca. Un ejemplo de originalidad, mi tío.
Ahora parece que si tu mascota no tiene un nombre ingenioso no sois nadie, ni tú ni el animal. Un ejemplo: vas a casa de un amigo y te enseña su mascota, un asqueroso perro chihuahua -¿por qué, Dios, hiciste seres tan feos?- y te dice que se llama ‘Tim’. Pues vale. Le dices que la próxima vez se compre un perro de verdad y no una rata disfrazada y a otra cosa. Pero si el mismo amigo te enseña al mismo perro feo y te dice que se llama ‘Jesulín’, ¿qué? Pues te descojonas de la risa y hasta es posible que el animal te acabe cayendo simpático. No te digo nada si lo que tiene es una cotorra a la que llama ‘Patiño’.
En fin, que esto de los nombres ingeniosos para las mascotas no es más que una moda. De hecho, creo que el hecho de tener mascota en sí mismo no es más que una moda y que, tarde o temprano, acabaremos acompañando nuestra vejez con robots que imitarán a los animalitos. Aunque puestos a elegir, prefiero acompañar mi vejez con un robot que imite a una veinteañera exuberante. Por pedir, que no quede.