Sucede sin embargo, y contradiciendo la opinión del catedrático de literatura, que Le Clézio no es un don nadie. Es uno de los escritores más reputados en lengua francesa y en 1994 fue elegido por la crítica gala como el mejor escritor francés vivo. Afortunadamente, el personaje les ha llegado vivo hasta 2008, que ya se sabe que estos reconocimientos honoríficos suelen traer bastante mal fario.

Sucede también que en España, con ese ombliguismo tan característico nuestro, creemos que lo que no es conocido aquí, no existe o no interesa. Y el premio de Le Clézio, lo mismo que antes Kenzaburo Oe, Gao Xingjian u Orhan Pamuk, ha dejado descolocado a más de uno. De Le Clézio apenas hay una decena de libros publicados en castellano y muchos de ellos están descatalogados, a pesar de que es un escritor muy prolífico; tanto, que su producción literaria supera las cincuenta obras. Pero no hay que alarmarse. Al igual que sucedió con los tres autores mencionados, los libros de Le Clézio se reeditarán, se colocarán en lugares preferentes en las tiendas de libros y se venderán como churros entre esos lectores snobs que corren a comprar el último Nobel con la misma celeridad con la que adquieren el último Planeta o el último Alfaguara. Y es que los premios literarios, más que un reconocimiento a la calidad, son hoy más que nunca una garantía de éxito de ventas.