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lunes, 20 de octubre de 2008

La sanidad en EEUU (2)

Hablábamos la semana pasada del sistema sanitario estadounidense y prometía analizar en detalle las propuestas de los candidatos a la Casa Blanca sobre este tema, uno de los más interesantes de la campaña electoral norteamericana. No en vano, una de las revistas científicas más prestigiosas del mundo, el New England Journal of Medicine, ha dedicado sendos artículos a valorar las propuestas de los candidatos.

Comentábamos que el sistema sanitario estadounidense se basa esencialmente en la existencia de un gran número de ciudadanos cuya cobertura sanitaria está garantizada por seguros médicos proporcionados en las empresas en las que trabajan como parte del paquete de remuneración salarial. Este sistema, recordemos, arranca en 1954 cuando Eisenhower autoriza deducciones fiscales a las empresas que ofrezcan a sus empleados planes de seguro médico privado.

La principal propuesta del senador McCain es acabar con esas deducciones fiscales, lo que tendría un efecto inmediato: la reducción del número de empresas que ofrecen seguros médicos a sus empleados. Según previsiones de analistas estadounidenses, entre 10 y 28 millones de trabajadores norteamericanos podrían perder su seguro médico como consecuencia de esta propuesta y pasarían a engrosar la lista de ciudadanos que carecen de seguro médico privado (alrededor de 47 millones de personas en la actualidad). Y eso sin contar con que muchas otras empresas que mantendrían los seguros médicos de sus empleados, lo harían a costa de reducir sus aportaciones y obligar a los trabajadores a sufragar una parte mayor del coste de los seguros.
El argumento que emplean los conservadores para defender este proyecto es que un aumento del número de ciudadanos que tienen que contratar un seguro médico individual forzaría a las empresas del sector a ser más competitivas y ofrecer mejores planes y menores precios. No tienen en cuenta en sus observaciones, sin embargo, que estos seguros individuales son menos generosos en su cobertura y más caros que los seguros contratados por las empresas para sus trabajadores.

Para contrarrestar estos efectos, McCain ofrece una ayuda fiscal de 2.500 dólares a título individual y 5.000 para las familias que deseen comprar un seguro médico. Pero teniendo en cuenta que una póliza familiar media cuesta aproximadamente 12.000 dólares anuales y que actualmente el empresario paga un 75% de esa cuantía (9.000 dólares), esa ayuda prometida por McCain significará que las familias deberán pagar 4.000 dólares más al año por su seguro médico. No es difícil imaginar que muchas de esas familias, si tienen problemas económicos, entrarán en las filas de los no asegurados.

El plan de McCain será especialmente negativo para las personas con problemas de salud. Estas personas, a las que las empresas aseguradoras tratan de evitar a toda costa, son, en muchas ocasiones, los parias del sistema sanitario americano: sin seguro o con seguros de baja cobertura y empobrecidas por los gastos médicos. Aquellas que pierdan la cobertura de su seguro laboral, tendrán problemas para encontrar un seguro médico individual. McCain propone una solución: crear grupos de alto riesgo cuyos seguros médicos sean gestionados por los gobiernos estatales. El problema es que este tipo de grupos supondría un coste muy elevado para los estados y los responsables de la campaña de McCain sólo han hablado vagamente de ayudas federales, pero sin concretar ninguna cantidad.

En definitiva, la reforma propuesta por McCain es una vuelta de tuerca más en la concepción neoliberal y mercantilista de la salud, basada en la presunción de que el mercado hará que una gran masa de individuos sin seguro, por un lado, y un gran número de compañías aseguradoras deseosas de hacerse con el pastel, por otro, lleguen a un acuerdo que satisfaga sus necesidades y expectativas. El mercado, una vez más, como gran árbitro del mundo. Sin embargo, McCain se ‘olvida’ del gran número de ciudadanos norteamericanos que no podrán permitirse un seguro médico, menos aún en la coyuntura económica actual, y de los que ni siquiera podrán acceder al seguro porque sus enfermedades les hacen demasiado caros a los ojos de las compañías aseguradoras. Esa es la idea de la sanidad de uno de los candidatos a presidente del país más potente del mundo.

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