
En 1992, James Carville, estratega de campaña del aspirante a presidente de Estados Unidos Bill Clinton, colgó en la puerta de su cuartel electoral las tres ideas que habían de guiar al candidato demócrata hasta la Casa Blanca. La segunda de ellas rezaba ‘Es la economía, estúpido’. La frase acabó convirtiéndose en una especie de eslogan no oficial de la campaña de Clinton, al estilo del ‘Yes, we can’ de Obama. Y con el tiempo se ha convertido en un chascarrillo muy recurrido por todo tipo de analistas y tertulianos cuando quieren destacar la importancia de la economía por encima del resto de preocupaciones de un país.
‘Es la economía, estúpido’ es una frase que, en un contexto u otro, le han dicho a José Luis Rodríguez Zapatero en centenares de ocasiones en los últimos tres años y medio. ‘Es la economía, estúpidos’ es lo que deben de pensar en su fuero interno los dirigentes de CiU, que tras salir reforzados en las últimas elecciones generales, se disponen a aplicar toda una batería de medidas de recorte y contención del gasto que, simplemente, ponen los pelos de punta. Y probablemente es lo que piensan muchas personas en las plantas nobles de Génova, la sede del Partido Popular.
La economía como gran problema no solo nacional, sino global, es, además, una magnífica tapadera para otros problemas no menos acuciantes, pero quizás no tan rentables en términos electorales. “Si España tiene un problema de déficit, reduzcamos gastos”, piensan unos. Y así se justifica, por ejemplo, el abandono de la Ley de Dependencia. Sin explicar que ese abandono provocará que muchísimas personas que malviven de la ayuda que ahora les llega, se quedarán sin nada. Para ejemplificar esto que digo, recomiendo leer este emocionante reportaje de Periodismohumano.com.
‘Es la economía, estúpido’ es una frase que, en un contexto u otro, le han dicho a José Luis Rodríguez Zapatero en centenares de ocasiones en los últimos tres años y medio. ‘Es la economía, estúpidos’ es lo que deben de pensar en su fuero interno los dirigentes de CiU, que tras salir reforzados en las últimas elecciones generales, se disponen a aplicar toda una batería de medidas de recorte y contención del gasto que, simplemente, ponen los pelos de punta. Y probablemente es lo que piensan muchas personas en las plantas nobles de Génova, la sede del Partido Popular.
La economía como gran problema no solo nacional, sino global, es, además, una magnífica tapadera para otros problemas no menos acuciantes, pero quizás no tan rentables en términos electorales. “Si España tiene un problema de déficit, reduzcamos gastos”, piensan unos. Y así se justifica, por ejemplo, el abandono de la Ley de Dependencia. Sin explicar que ese abandono provocará que muchísimas personas que malviven de la ayuda que ahora les llega, se quedarán sin nada. Para ejemplificar esto que digo, recomiendo leer este emocionante reportaje de Periodismohumano.com.
Y no es sólo la Ley de Dependencia. Es también la sanidad y la educación públicas, el aumento de la precariedad laboral a base de becarios y de contratos temporales, es la falta de una estrategia clara de inversión y apoyo a I+D+i, la carencia de un plan concreto para fomentar el uso de energías renovables, el desprecio absoluto a los derechos sociales, como el matrimonio homosexual o la Ley de Igualdad, porque, en opinión de algunos, no son prioridades para la mayoría de los españoles y, además, ofenden su moral.
Es la economía, estúpidos. ¿O acaso no os habíais dado cuenta?
No hay comentarios:
Publicar un comentario